Sé que esta historia ha dado vueltas por cuanto blog y cadena de emails exista, pero aún así, quiero conservarla en mi propio blog para recordarme a mi misma lo que valgo. Especialmente ahora.
Creo que fué una de las primeras y mejores enseñanzas que me pasaron en su momento, y que no supe comprender hasta el día de hoy.
Algunas veces es un error juzgar el valor de una actividad simplemente por el tiempo que se tarde en realizar.
Un buen ejemplo es el caso del ingeniero que fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja… una computadora que valía 12 millones de pesos.
Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.
El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.
- ¿Cuánto le debo? -preguntó.
- Son mil pesos, si me hace el favor.
- ¿Mil pesos? ¿Mil pesos por unos momentos de trabajo?
- ¿Mil pesos por apretar un simple tornillito?
-¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de pesos, pero mil pesos es una cantidad disparatada!
La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.
El ingeniero asintió con la cabeza y se fue. A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar.
La factura decía:
Servicios prestados:
- Apretar un tornillo...................$1 Peso
- Saber qué tornillo apretar.......$999 Pesos
——————————————————————————————
Total..........................................$1.000 Pesos
2 comentarios:
Harleshinn,
no lo conocía; es genial.
Realmente deja en claro el pelotudismo colectivo de nuestra sociedad occidental que cree que el saber no cuesta un joraca y se consigue de un día para el otro.
Esto me pasa seguido con las traducciones: el otro día me llegó una traducción de 1080 palabras que, con descuento, costaba 370 pesos y por supuesto que no quisieron pagarla. Cobro 0,20 $ la palabra, lo mismo que cuesta una fotocopia. Es imposible que yo ni el mejor traductor del mundo podamos traducir una hoja en el mismo tiempo que se tarda en hacer una fotocopia, es más, entre que leo la palabra, la pienso y la escribo ya sacaron 4 fotocopias.
Gracias por este tesorito, saludos!
Me alegra Pit, que te haya gustado esta enseñanza que me pasaron, así como todo lo que me enseñaron alguna vez, me parece justo y necesario pasar ese conocimiento a alguien más.
Me gustó mucho tu comentario, gracias por pasar. =)
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